Este último fin de semana he estado en el
Festival Internacional de Juegos de Córdoba, cita imprescindible para todo aficionado a los juegos de mesa.
Como siempre, todo genial. La organización desviviéndose por los asistentes, y todo el mundo contribuyendo al buen ambiente general.
Un detalle que me encantó fue el que se marcó la gente de
Mercurio (chicos, esa web), que trajeron al festival copias de pre-producción de todos los lanzamientos que
Queen Games hará en Essen. Los juegos aún están en imprenta, así que quizá hemos sido los primeros privilegiados en el mundo (fuera de los implicados en el desarrollo) en poder probar estos juegos. Estaban disponibles Roma II, Colonia, San Francisco Cable Car, Granada y Sultán. Pude probar los tres primeros, que paso a comentar. Me quedé con ganas de probar el
Sultán, de los brasileños
André Zatz y Sérgio Halaban (autores del divertidísimo
Hart an der Grenze). Al
Granada he de confesar que no le presté mucha atención, ya que no soy muy aficionado al Alhambra, juego del que deriva. Pero vamos con la chicha.
En primer lugar, el
Arena - Roma II, de
Stefan Feld. Según como se mire, un buen juego o una pequeña decepción.
Se esperaba mucho de este juego, que llevó a la fama a Stefan Feld, y que sale con dos años de retraso. Pero al jugarlo, descubrimos que se trata exactamente del mismo juego, con cartas distintas, pero con la misma mecánica. Solo se añade una pequeña novedad, consistente en un nuevo espacio (además de los correspondientes a las seis caras del dado, el dinero y los puntos de victoria), el soborno, en el que también hay que poner una carta. La ventaja de ese espacio es que puedes hacer uso de la carta que hay en él usando cualquier número que salga en un dado. A cambio, eso sí, has de pagar tantas monedas como indique el dado. Las cartas parecen algo más complejas que las del Roma original, con efectos algo más rebuscados, lo cual puede hacer que el juego guste a los que tengan "quemado" el Roma original. También pueden combinarse las cartas de este juego con las del Roma. Pero, la verdad, después de dos años de retraso, esperábamos algo más. Este juego podía haberse vendido como una simple expansión, con el mazo de cartas y un cartón redondo para el nuevo espacio de juego, en lugar de en una caja demasiado grande para lo que trae, con componentes repetidos. Cierto que no es estrictamente una expansión y se puede jugar en solitario, pero no lo recomiendo si antes no se ha jugado al Roma.
En segundo lugar tenemos el
San Francisco Cable Car, de
Dirk Henn. Un remake del
Metro, del mismo autor, pero ambientado en San Francisco y su red de tranvías. El juego puede jugarse en versión básica, que es exactamente igual al Metro, o con una expansión que viene incluída (y que lamentablemente no pude probar) en la que los jugadores no poseen ninguna compañía de transporte, sino que son accionistas que pueden comprar y vender títulos de las distintas compañías. Si esta expansión funciona bien, puede ser un juego entretenido, combinando los juegos de compra de acciones ferroviarias con una mecánica sencilla y familiar.
Para terminar, el plato fuerte:
Colonia, de
Dirk Henn. Se trata de un juego muy esperado. Un juego "para jugones" (algo que no abunda en el catálogo de Queen), y algo nuevo de Dirk Henn, aficionado a expansiones y reediciones de sus juegos de éxito. Es, como se ha dicho, un juego de una cierta complejidad (aunque sin tirarse de los pelos), con bastante toma de decisiones, de bonita factura (preparad una buena mesa, por cierto), pero que quizá adolece de falta de originalidad en muchas de sus fases. El juego nos sitúa en la Colonia del siglo XIV. Nuestro papel es el de una de las familias influyentes de la ciudad, que ha de competir con otras familias (las del resto de jugadores) para reunir la mayor cantidad de reliquias de santos, lo cual nos otorgará más prestigio. El juego discurre a lo largo de seis semanas (turnos) en las que habrá, como es natural, siete días (rondas) . Cada día, se realizará una tarea distinta. El primer día se organiza el resto de la semana (setup), el segundo se decide quién será el alcalde, el tercero se comprarán materias primas en el mercado, el cuarto se entregarán esas materias primas a los artesanos para obtener productos, el quinto se embarcarán esos productos hacia distintas ciudades de destino, el sexto día obtenemos los beneficios, y el séptimo adquirimos las reliquias disponibles. Para hacer todo esto, tenemos un número limitado de trabajadores a nuestro servicio. Si empleamos más trabajadores en realizar la acción de un día, nos quedarán menos para los siguientes días. El punto original del juego quizá sea que no se maneja una sola divisa. Hay cuatro ciudades distintas hacia las que parten los barcos, y cobraremos los beneficios en monedas de esas cuatro ciudades. Al mismo tiempo, algunas reliquias han de pagarse con una moneda, y otras con otra, lo cual constituye la principal dificultad del juego. El hecho de manejar cuatro monedas distintas quizá aumente la dificultas de una manera un tanto artificial, aunque es también gracias a eso que se fomente la competencia en los embarques. Para evitar situaciones demasiado azarosas (que salgan reliquias que te interesen de una ciudad de la que no tengas dinero), se permite a los jugadores "reservar" esas reliquias empleando para ello un trabajador. Esa reserva no garantiza ninguna prioridad en la compra, pero evita que la reliquia se descarte al final de turno.
Lo mejor:
- El sistema de recuperación de trabajadores. No los recuperas al terminar el turno, sino que al final de cada ronda recuperas los trabajadores que usaste el turno anterior para esa misma acción.
- El poder "clavar" reliquias para que no desaparezcan del tablero cuando te pilla sin dinero.
- Bonito diseño y componentes (además, en Essen se venderá una edición especial con personitas en vez de cubitos).
Lo peor:
- Colocar trabajadores, votar leyes, comprar materias primas para convertirlas en productos, embarcar estos productos... ¿dónde he visto yo esto antes?
Conclusión:
Lo cierto es que al terminar la partida, el juego me dejó un regustillo a "esto ya lo he visto antes". Tras consultar con otras personas que también habían probado el juego, el sentimiento era común. Pero también es cierto que, conforme iba rumiando la partida, también le iba viendo las virtudes al juego. Quizá el entorno (ya se sabe que los festivales son ruidosos) no contribuía a dejarte saborear bien el juego. El caso es que tengo ganas de echarle otra partida, a ver qué regusto me deja esta vez.
En todo caso, original o no, el juego es bueno, funciona perfectamente y es muy bonito. No es poco, la verdad.
Finalmente, destacar que los manuales de los tres juegos se encontraban (al menos aparentemente) en un perfecto castellano, ya que en Queen han dejado a los chicos de Mercurio revisar las traducciones, y la verdad es que se ha notado.
Muchas gracias a Paolo, Maru y Jesús por habernos traído estas novedades, y por estar al pié del cañón explicando juegos los cuatro días.